2002-11-08
Un halo misterioso
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Ya hemos hablado alguna vez (aquí y en otros andamios de esta obra) de lo extraños que nos sentimos cuando nos citamos a nosotros mismos. Sin embargo, ninguno parece excesivamente preocupado por el abuso de la primera persona, que en mi caso no soy yo, sino ella. La cita propia proporciona un misterioso halo de autoridad que a mi, personalmente, me va fatal con este teclado.
El caso es que siguiendo con el tema de ayer - lo de nanai de la Luna - recordé las historias sobre el misterio de las sombras de luz y la solución a dicho misterio. A la luz de aquellas palabras, Vds podrán valorar la perspicacia de nuestros amigos los nihilunios, que alegan que fotos como la que ilustran estas líneas demuestran claramente que para iluminar el escenario de San Bernardino fueron necesarios varios focos. La luz del Sol, dicen, no es capaz de producir sombras no convergentes y ese halo misterioso que aparece alrededor de la cabeza del astronauta es la prueba definitiva de la existencia de un foco distinto del que alumbra el resto de la escena.
Lo segundo ya lo tendrán resuelto: ese halo es una sombra de luz, es más, el caso más simple y cotidiano de sombra de luz. Sobre la convergencia de las sombras, les propongo el siguiente experimento: pónganse de espaldas al Sol; claven un palo a su lado e inclínenlo hacia Vds. Ya está. Se acabó el experimento.
Un último comentario sobre este tema (claramente, mañana hablaremos de poesía o de canibalismo). La encuesta de Gallup en la que se ampara la NASA para lanzar su campaña Yes, we did establecía que un 6% de los estadounidenses (¡más o menos el 3%!) creía en la teoría de la conspiración lunar. ¿Acaso no será ese el porcentaje que en cualquier grupo humano tiende a creerse todo lo que le cuentan, por inverosímil que parezca?
Aunque igual son más. Pinchen, pinchen, no se priven.
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posted by vendell 21:28
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Comentarios
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Después de haber pensado detenidamente en todo este asunto de los alunizajes me ha parecido todo él lleno de una notable cantidad de importancia totalmente nula. Sin embargo, la curiosidad, por otra parte madre de todos los vicios, siempre nos induce a voltear la piedra y ver qué había debajo, pues a veces los pretextos más banales nos llevan a descubrimientos sorprendentes. Ha sido el caso.
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Tiene Vd razón, paseante iluminado. Todo esto no tendría el más mínimo interés de no ser porque pone en evidencia la política de comunicación de la NASA, los mecanismos de selección de noticias de los medios de comunicación o nuestros propios criterios para creer.
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3 |
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No se lo niego, no. Además tampoco está del todo mal esto del escepticismo llevado hasta las últimas consecuencias. Lo malo es que uno acaba a veces dudando hasta de su propias dudas y eso suele acabar en dolor de cabeza. Y esto lo dice alguien a quien todavía le cuesta creer que los aviones puedan volar, especialmente en los segundos previos al despegue. |