2003-09-05
La trinidad de los pescados azules
La cocina de verano se caracteriza, al menos aquí, por el dominio del pescado azul. La divina trinidad integrada por sardinas, xurelos y caballas basta para tener entretenido a la más voraz de las parroquias de comensales que, invitados o no, se acercan estos días para tomar algo. La optimización de la sardina se alcanza, dicen, entre los doce y los quince centímetros. Tomen nota. El xurelo depende, porque todavía no he podido encontrar uno que, independientemente de su tamaño, desmerezca las cualidades del anterior. Deben ser todos hermanos, porque a todos por igual aflige ese punto de hierba ahumada que hace de este pez un bocado inigualable a la plancha o a la parrilla. Y como en todas las trinidades, en ésta de los pescados azules también hay un vértice imposible, una esquina sin la cual no habría triángulo pero cuya definición y cualidades lo sitúan en el extremo isósceles de la cuestión. Si no es del tamaño adecuado, la xarda exuda tanta grasa como para cegar la brasa más energética. Hemos decidido que con este ángel caído lo mejor es asumir el riesgo y, siguiendo los consejos de un buen amigo, plancharla previo fileteado acompañada de vinagreta con albahaca.
El olimpo trinitario de los pescados azules se sustenta en la sacrosanta iglesia de las hortalizas: los cachelos obispos, los santos tomates, los pimientos cardenales y las judías y espárragos verdes, archiprestes del verdulerío veraniego. Unos en crudo, los menos escaldados y otros al vapor o a la plancha, escriben cada día los evangelios de la nutrición estival. Ungidos con los santos óleos de la arbequina, sientan precedente a sobremesas de paz, amor y siestas en buena compañía.
Anuncio con palabras. Dicen que en El Freixo, cerca de Serra de Outes, una anciana todavía ahuma pescado en un alpendre quemando ramas de loureiro durante 20 días. Se gratificarán pistas.
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posted by vendell 04:19
7 Comments
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Comentarios
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De: ElPez |
Fecha: 2003-09-05 09:44 |
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mmmm está usted en un plan Caius Vendelius realmente apetitoso!
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De: Martin Pawley |
Fecha: 2003-09-05 09:56 |
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No sé, pero yo ese triángulo del pescado azul lo encuentro un poco escaleno
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De: Daurmith |
Fecha: 2003-09-05 10:24 |
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Amén. Esto es espiritualidad, esto.
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De: Yogurtu |
Fecha: 2003-09-05 15:59 |
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En cuanto se descubra el lugar ese de la señora aquella, propongo fundar un nuevo lugar santo. Un nuevo centro del mundo adonde los devotos de la trinidad podamos acudir en masa, en gozoso peregrinaje, a ponernos como verdaderos cerdos.
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5
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De: Vendell |
Fecha: 2003-09-05 20:05 |
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Esa es, Yogurtu, la paradoja de los lugares santos de verdad. Queremos que se sepa que existen pero no queremos convertirlos en centros de peregrinaje masivo para turistas sin ideas propias sobre el bien y el mal.
Ay, es cierto Daurmith. El espíritu: la sal de la vida.
Pez, pues espere a ver ahora que las setas empiezan a salir por los poros del campo.
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De: Jaio la espía |
Fecha: 2003-09-05 20:42 |
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¡Sí señor! ¡Esa es la verdadera religón! Señor Vendell.
Hace años que yo me convertí a ella y la practico con religiosa devoción. Para mí, y sin que sirva de precedente, los espárragos naturales de Lodosa, el gazpacho andaluz y la lengua escarlata, son pruebas evidentes de la existencia de dios.
Luego hay otras pruebas de la existencia de la corte celestial, como el queso (en cualquiera de sus manifestaciones), el tocino de cielo, las sardinas a la brasa, las chuletillas de cordero al sarmiento, las alubias rojas "con todos sus sacramentos"... y cientos de ellas. Toda una corte celestial, vamos.
La penitencia viene cuando no cabe la ropa, después de "orar sin cesar".
Me gusta su santísima trinidad. ¿Me permitiría incorporarla a mi liturgia?
En la quedada de diciembre... practicaremos, practicaremos esta religión ¡se lo aseguro!
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De: Vendell |
Fecha: 2003-09-06 04:22 |
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Incorpore, incorpore, que en esta religión no hay que hacer votos.
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