2003-10-16
Un ciego definitivo
No es necesario haber bebido, pero las guerras tienen un algo ridículo que, con la suficiente perspectiva, hasta puede arrancarnos (la guerra siempre es violenta) alguna que otra sonrisa. Imagínense, por ejemplo, a Aníbal azuzando a los elefantes Tourmalet arriba mientras los viejos del lugar observan perplejos desde las cunetas peladas del camino. Ahora suben carallo, pero ya verás cuando lleguen al Alpe D?Huez.
Parte de la gracia de la guerra reside en la pomposa actitud de los militares más tradicionales, tan pendientes siempre de honrar la bandera, preservar el espíritu patriótico y dar buena imagen en el concierto de las naciones. En realidad, cualquier código militar está plagadito de las palabras más peligrosas de la lengua, aunque es justo reconocer que al menos el concepto de ?la culpa? no aparece por ningún lado.
Les cuento esto porque hoy me he enterado de que en 1958 los soviéticos decidieron sustituir el alcohol etílico que propulsaba a sus misiles (copiados, por cierto, de las bombas V2 alemanas) por alcohol metílico. Lo curioso es que el cambio no venía avalado por sesudos estudios astronáuticos, sino que tenía por objeto evitar que, a falta de vodka, la tropa vaciara los tanques cada vez que se organizaba una fiestorra. Ignoramos si los mandos informaron a la chusma de la modificación.
Para morirse del ciego.
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posted by vendell 07:39
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