2002-07-23
Tristezas
No es que sea un experto en el tema, pero me parece que para ser feliz uno tiene que desarrollar mecanismos que eviten las tristezas innecesarias, o al menos que levanten el límite de lo necesario a niveles prácticamente inaccesibles en la vida cotidiana. Sin embargo, no puedo evitar que la tristeza de los demás me ponga triste, sobre todo si se trata de personas a las que quiero, y más aún si son tristezas inconmensurables de esas que superan cualquier umbral y son capaces de sumir a cualquiera en el desánimo más absoluto. Son las tristezas que llegan con la enfermedad, la muerte o el desamor, aunque en éste último caso en menor medida de lo que solemos pensar. Pero hay otras, las tristezas pequeñas debidas a episodios más o menos superables, que dan lugar a respuestas realmente enternecedoras, como la mentira, la química, la risa, el olvido o la alegría fingida, tan sana ella.
Reconozco que he pensado mucho más en la tristeza que en la alegría, quizá porque la primera es la principal fuente de reflexiones acerca del sentido de la vida, que como todo el mundo sabe, no tiene sentido. Es de esas cosas que sólo pueden definirse con un ejemplo (aquel atardecer tumbado sobre la arena tibia viendo a los pescadores recoger las redes a unos metros de la orilla) o con una proposición de certeza incuestionable, como la que arranca esa magnífica canción de Vinicius:
La alegría es la mejor cosa que existe. Es mejor ser alegre que estar triste. ¶
posted by vendell 22:38
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Comentarios
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Muy cierto.
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Ya somos dos, Odiseo. A Neruda no lo cuento porque los poetas son famosos por escribir una cosa y morirse de la otra. |