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2006-11-29

Una dieta racional



Después de que la menestra de sanidad les leyera la cartilla por el enorme tamaño de una hamburguesa hipercalórica, los fabricantes de la misma se ponen farrucos y anuncian que venderán otra todavía más gorda.

Esa mezcla de bollo revenido y filete de tres pisos a medio digerir alimentará como el pan del camino, pero es una lástima que una campaña tan racial no promueva la difusión del botillo, las manitas de cerdo, el atascaburras o cualquier otra joya de nuestra saludable dieta mediterránea.


posted by vendell 23:40

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Comentarios

1
De: Blanca Fecha: 2006-11-30 11:26

Les dejo un demoledor artículo de Gregorio Morán sobre el tema, en el que se ceba en especial con la señora menestra. ;)

(Don Vendell, perdóneme mis últimos y desmesurados comentarios. Procuraré que vuelvan a ser escuetos o de lo contrario abstenerme de comentar. Quería hacer un resumen de ese artículo o exponer solo una idea, pero cualquier intento me parecía pobre y soso. Tal cual está me parece a mí estupendo.)


"LOS PROFETAS DE LA SALUD"

Quizá ya no queden profesiones de gente
arrogante. Antiguamente los prestigios
se medían también por la arrogancia.
Estaban los Ingenieros de Caminos,
Canales y Puertos, que respiraban futuro
por todos sus poros y que encandilaban a cualquier
dama con hijas casaderas. Se valoraban
mucho los Registradores de la Propiedad, gente
seria y para toda la vida, como los Notarios,
auténtico cuerpo de élite entre la mediocridad
provinciana. El prestigio reciente de los Arquitectos
se debe a su ductilidad profesional, porque
te los encuentras en el diseño, en la pintura,
en los ayuntamientos, en las restauraciones,
en las asesorías financieras y hasta en los periódicos
y los restaurantes; auguro que se trata de
una gloria efímera, anexa a las vacas gordas y
el gasto superfluo. Posiblemente la única profesión
donde la autoridad desempeña aún un papel
decisivo es la de médico. Iba muy de la mano
de los confesores, pero el sacerdocio bajó
mucho con la televisión y la posibilidad de ocupar
las tardes en cuestiones más excitantes que
los rosarios en familia, las novenas, los triduos
y la adoración nocturna o diurna.
No es extraño que haya tantos médicos en la
política. Es verdad que aún hay
más abogados, pero en general y
sin ánimo de menospreciar, la
mayoría de los abogados metidos
en política son gregarios, como
los economistas. Los médicos
no; los médicos mandan,
ellos desterraron a los curas a la
sacristía y se quedaron con la sociedad
civil. Y ahora acaban de
dar un paso de gigante convirtiéndose
en ideólogos, lo cual es
peligrosísimo porque la profesión
tiende a la seguridad y se enroca
en los privilegios. ¿Han intentado
ustedes alguna vez corregir
a un galeno en el pleno ejercicio
de su cargo? Los médicos no
dudan, salvo si están entre colegas.
En el fondo es, como todo,
un asunto de economía. Si el
más allá dejó de ser la gran empresa
de futuro que fue –en nuestro
siglo XVII las inversiones en
el más allá suponían buena parte
de la economía y por tanto de la
cultura, de la literatura, del arte
y de prácticamente toda actividad
transaccional– hoy, el presente,
tiene una industria que lo
representa, la macroeconomía sanitaria,
y aunque los profetas de
la salud se lo intenten vender comouna
inversión de futuro, le engañan;
la inversión en salud es
un presente de indicativo. Nadie
tiene ni zorra idea de lo que puede
pasarle a usted mañana, pero
sí están convencidos de que le
pueden conceder una seguridad en el presente.
La alianza de los médicos de la industria de
la salud con los dirigentes políticos, ambiciosos
por naturaleza, es letal para la vida ciudadana.
Se podrían hacer ironías sobre aquel primer
Comité, llamado de Salud Pública, y su significado
en la historia de Francia. Porque fíjense
si será curioso que no es en las grandes pestes
o epidemias cuando los dirigentes políticos
han llamado a los médicos y sanitarios para
crear organismos donde el peso de la prevención
fuera superior al de lo político, todo lo contrario,
en esas situaciones el prurito de la hegemonía
estaba siempre en la política. Es ahora,
cuando prácticamente no aparece en el horizonte
nada que ellos consideren que deba cambiar,
algo sustancial me refiero, es decir la distribución
de la riqueza, la ampliación de los derechos
de ciudadanía, la ruptura de las barreras
que limitan la libertad, incluso el acceso a
una sanidad primaria digna, que en un país comoEspaña
aún está en mantillas (hay dos experiencias
que desconoce nuestra clase política y
son vitales, la enseñanza y la sanidad públicas;
mandan sus hijos a colegios privados y jamás
han ido a recoger el boleto con el número para
la consulta primaria). Ahora que no hay nada
social que sea posible cambiar, cambiemos el
cuerpo.
El eslogan de la próxima campaña podría ser
éste: “ciudadano-ciudadana, olvídate de todo
lo que no seas tú; tu cuerpo es tu futuro, la salud
tu cultura”. Estos caballeros y señoras desvergonzados
que nos gobiernan han decidido
hacernos felices queriendo tenernos sanos. Y
la inmensa mayoría, a lo que parece, está dispuesta
a seguirlos, o al menos, a no protestar de
esta estafa. Primero, porque la felicidad no la
deciden los gobiernos, o al menos, desde hace
ya muchas décadas sólo las dictaduras mantienen
la impostura de pretender hacer felices a
sus esclavos. Y segundo, que para estar sanos
la primera condición es trabajar menos y cobrar
más; la salud está vinculada a la riqueza
antes que a la voluntad. Pero además es que
pretenden hacernos felices a golpe de decreto.
Y en todo decreto hay una base negativa, lo
que se prohíbe. Nadie propone decretos para
hacernos más libres sino para ponernos barreras.
¿Prohibimos fumar para que los ciudadanos
estén más sanos? Mentira, prohíben fumar
por un puñado de razones que tienen poco que
ver con la salud de los ciudadanos, porque si la
primera preocupación fuera la salud ciudadana
prohibirían otro montón de cosas, incluidos
ellos mismos.
Hace apenas unos años se luchaba por la legalización
de las drogas, y ahora resulta que los
mismos perros que hacían cabriolas animando
al personal a la libertad individual y la responsabilidad
ciudadana, han cambiado de collar y
han aumentado el número de prohibiciones. Y
nosotros los vemos hacer, infatuados, contemplando
su desparpajo. De la bella placidez del
canuto han pasado al sórdido veneno de la nicotina,
sin que se les mueva un pelo, impolutos,
pegándose, eso sí, unos rayazos de coca para
evitar ese momento tonto en que se te baja
la moral después de tanto renunciamiento. Yo,
que por limitación generacional no sé disfrutar
de la marihuana y seme hace cuesta arriba probar
la coca, el caballo o la ayaguasca, sigo considerando
que la liberalización de las drogas es
una necesidad de civilización, porque pertenece
a la libertad de la persona y porque sería la
mejor y única manera de acabar con esa lacra
imbatible que marca nuestra época y que es la
mafia de la droga, auténtico cáncer social, más
peligrosa que cualquier sustancia corruptora
de la salud.
Yo no puedo menos que admirarme cuando
contemplo a esa trepa insaciable de voz gangosita,
mirada desvaída y traje de chaqueta, que
goza de una benevolencia en los medios de comunicación
que se ganó con grandes favores a
costa nuestra –fue Secretaria General de Comunicaciones
de 1991 a 1996– y que con su
sonrisita de chivo y su canesú de colegio bilingüe
encandila a nuestros chicos de la prensa.
La ley antitabaco y las medidas contra las bebidas
alcohólicas, enmascarada con esa vulgar
deriva urbana denominada botellón, no son
otra cosa que una prueba del desprecio de los
ayuntamientos a la urbanidad, porque el simple
cumplimiento de la normativa existente
bastaría para afrontar la peste. Eso sí, si tuvieran
ganas y agallas para asumirlo. Nuestros dirigentes
no toman medidas, porque les falta valor
político para asumirlas, hacen leyes, y así
trasladan la responsabilidad a los jueces, y
ellos se van de rositas. La miseria
de nuestra clase política es la del
serrallo; castración y buen talante.
Como vivimos en sociedades
de conversos, no hay nadie más
fanático que el ex-fumador militante
que ha descubierto la verdad.
Ahora que no hay ideologías
fuertes, los comportamientos
airados tienen mucho eco en
la parroquia. Ese ex-fumador
que se exaspera cuando ve un cigarro
encendido y grita su denuncia,
merecuerda a aquellas procesiones
de mi infancia cuando alguien
gritaba ¡Arrodillarse!, y
uno contemplaba perplejo el efecto
borrego que nos llevaba a admitir
la presión y no salirnos del
redil. ¡Todos de rodillas!
Las prohibiciones de drogas
como el tabaco y el alcohol lo único
que favorecen son los suculentos
beneficios de las mafias.
¡Hay que ser una cínica con traje
de chaqueta de amianto para
pensar que la prohibición de vender
alcohol a menores, la multa a
los padres y la ley seca a partir de
las diez de la noche, van a significar
algo en los estúpidos hábitos
juveniles del botellón y del alcohol!
Será una mina para los intermediarios
mafiosos. ¿Acaso no
están prohibidas las drogas de diseño
en pastillas y se venden por
kilos, digo bien, por kilos?
Estamos siempre dándole vueltas
a lo mismo. ¿Qué queremos? ¿Engañarnos
o afrontar la realidad? Si queremos engañarnos,
mantengamos a los nuevos profetas de la
salud, esos científicos estrellas que cobran hasta
por mirarte a los ojos y que tienen el inefable
valor de pretender incluso prohibir las raciones
abundantes en las casas de comidas. ¡Qué
alianza perfecta, los cocineros del humo y los
profetas de la salud! Sin perder salud nos aligerarán
los bolsillos. La guerra al tabaco, la guerra
al alcohol y la guerra a los kilos de más, es el
nacimiento de una rama industrial que apenas
estaba en sus albores, la ideología de la salud.
Los profetas de la salud, con su pretensión
científica no son más que satisfechos cirujanos
plásticos de la realidad, que te quitan aquí esta
arruga, allá ese pliegue, acullá esa ojera que
han asegurado que te afea. El ciclo es breve, y
para que los efectos de ese milagro no se transformen
en escandalosas secuelas de un naufragio,
habrás de volver a pasar por el quirófano
para que actualicen las reparaciones. Porque el
invento de que tu salud es tu cultura no esconde
más que la compra de un éxito de ventas
que eres tú mismo, y sobre todo tu capacidad
para endeudarte. El día que me enteré de que
hay hijas que piden a sus padres como regalo
de cumpleaños un implante de silicona, pensé
que vivía en otro planeta. Ahora que sé lo eficaces
que han sido los profetas de la salud consiguiendo
que los padres acepten ese implante
como una frivolidad de la época, pienso que la
delgada línea roja que separa a un profeta de
un trilero se reduce a que uno esconde la bola
donde tú no la vas a encontrar. El otro te regala
la bola después de haberte comprado a ti.



2
De: grampus Fecha: 2006-11-30 13:47

A mi este post me ha dado hambre. Me pasa igual cada vez que veo Bambi.



3
De: Blanca Fecha: 2006-11-30 15:06

¿Bambi? O_O

¿Y ve Bambi muy a menudo?



4
De: siloam Fecha: 2006-11-30 15:15

yo cuando ví el anuncio ese de "vuelve el hombre", o así, locos por hamburguesas, eche de menos una sociedad gastronómica vasca, de chuletón, pescaado etc.
con respecto al artículo, pues, la medicina y la política no debían darse la mano así (la sanidad y los jubilados son las estrella de la demagogia de campaña)
pero yo no creo que los médicos tengan tanto poder mediático, eso algunos q se convierten en gurús y se apoyan en los políticos.



5
De: grampus Fecha: 2006-11-30 17:18

La veo sólo cuando tengo el estómago lleno. Y pocas veces, que me indigesta.



6
De: MH Fecha: 2006-11-30 17:51

La señora Menestra no tiene un chavo, porque está todo transferido, y lo único que le queda es legislar y dar doctrina. Lo malo es cuando se empeña en hacer ambas cosas a la vez.
Pero vamos, podría ser peor: podían haberla hecho jefa de la OMS, donde no legislan pero doctrina dan a mansalva.



7
De: Vendell Fecha: 2006-11-30 18:39

Ese artículo de Morán es la caña, y eso que a mi me parece fenomenal la ley antitabaco (si la administración la hiciera cumplir), el carnet por puntos y los esfuerzos por que aprendamos a disfrutar mejor de la comida.



8
De: Raño Láser Fecha: 2006-11-30 21:18

E dijo eu, ¿cantas calorías ten unha platada de callos, unha taza de caldo, ou unha sopa do cocido, desa que cando está fría ténse a "cuchara" de pé?...



9
De: Vendell Fecha: 2006-12-01 01:31

Grampus, cuando Bambi se hizo famoso tenía la edad con que aquí nos comemos a las vacas, y en cualquier caso era mucho más joven que los animales con que se hacen los filetes rusos que vende la empresa estadounidense.

A no ser que sugiera Vd que la conexión entre bambi y las hamburguesas es el sabor a cuerno quemado.



10
De: grampus Fecha: 2006-12-01 02:07

Jajaja muy bueno de lo del cuerno quemado. En cuanto a las hamburguesas, parecen tener un cierto fatum trágico más allá de lo dietético; y si no, vea, vea: http://funambulo.wordpress.com/2006/11/30/adios-happy-meal/



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