2007-01-04
Cuento áspero
Al comienzo de la posguerra un maestro jovencito de Zamora toma posesión de su destino (la poética administrativa no perdona) en una aldea del interior de Galicia. Aunque no tiene demasiado mundo, pronto se da cuenta de que algunos vecinos le miran con recelo. Tardará en descubrir que su antecesor en el puesto murió fusilado recién comenzada la guerra, y que el suyo fue el primero de una contundente sucesión de fusilamientos que sacudió la pequeña localidad, pero todo esto apenas tiene que ver con el desarrollo de este cuento. El caso es que en su primera navidad en la aldea el maestro jovencito de Zamora habla en clase de los Reyes Magos, que traen de Oriente regalos para todos. Mira a los niños, que le miran pasmados, y añade: sólo hay que dejar los zapatos bien limpios en el alfeizar de la ventana.
La noche de Reyes el cielo se llena de estrellas y los niños se acuestan inquietos. Todos han escupido en sus zapatos y los han frotado con un papel de periódico o con unos trapos. No es que brillen, que eso sería pedir demasiado, pero allí están, tal y como se les ha dicho, junto a la ventana. Uno de ellos, el protagonista de este cuento, se levanta antes que nadie y corre a abrir la ventana, donde sólo encuentra su único par de zapatos completamente empapado por el rocío del invierno.
Da igual. Lo que él había pedido no se puede meter en una caja.
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posted by vendell 00:11
9 Comments
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Comentarios
1
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De: Martin Pawley |
Fecha: 2007-01-04 00:56 |
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No tan áspero, el cuento. Y además extraordinariamente hermoso.
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De: Blanca |
Fecha: 2007-01-04 11:07 |
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Caramba, yo sí lo encuentro muy áspero e incluso pesadumbroso. Se me han quitado las ganas de pedir nada a los Reyes Magos. :(
Total tampoco me lo iban a traer... o mejor dicho "a quitar" porque les pedía que quitaran la letra "v", que se la llevaran para siempre. O si lo prefieren la "b" aunque me cae peor la primera.
La siguiente que jubilaría sería la "h", que ya ha trabajado demasiado, y luego...
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4
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De: Vendell |
Fecha: 2007-01-04 11:38 |
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No hay que ponerse tremendos, aunque sólo sea porque el protagonista lo cuenta escojonado de la risa. Los niños se sobreponen a estas cosas, si no les queda más remedio.
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De: MH |
Fecha: 2007-01-04 19:43 |
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A mi me ha gustado. Un poco triste, como tienen que ser los cuentos de Navidad.
Bueno, en realidad, triste que te cagas.
Y sin final feliz.
Y encima da a entender que los Reyes no existen, o sólo traen cosas a los niños ricos (o de Zamora).
No, no es muy alentador.
Me da que alguien --y no miro a nadie que se llame Doc-- va a recibir otra vez carbón. O rocío en los zapatos. :)
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6
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De: Vendell |
Fecha: 2007-01-04 21:48 |
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Lo que yo quiero tampoco cabe en una caja, pero el rocío mola ;-)
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De: Anónima |
Fecha: 2007-01-04 23:56 |
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Pues yo no soy una joven maestra de Zamora pero me pasma la relación (o más bien falta total de) que tienen con los Reyes Magos y demás ilusiones infantiles en la familia del Anónimo, la de la Galicia profunda.
Siempre pensé que era cuestión de la familia, que es cuanto menos peculiar, y no solo por ser política. Ahora me preguntó si lo dará la tierra...
De Zamora (y de Bilbao) en cambio era parte de la familia de mis abuelos paternos en la que nunca jamás faltaron regalos para Reyes. Fabricaban juguetes maravillosos con trapos viejos (las mujeres) y maderas y restos de metales (los hombres). Los "modelos" de aquellos juguetes que habían tenido mucho éxito en la posguerra fueron fabricados de nuevo para las nuevas generaciones, que ya teníamos "de todo" y aún así esos juguetes, marionetas y muñecas de trapo, coches y barcos hechos de restos de metal, nos gustaron con locura...
Sospecho que en una caja de zapatos cabe siempre algo que nos pueda hacer ilusión, aunque no sea aquello en lo que estábamos pensando cuando dejamos el zapato en la ventana. Pero para meter ese algo en la caja de zapatos hace falta una persona con imaginación y con amor.
Y ya que me pongo lírica (sepan perdonarme, que son las fechas), pues voy a citar una poesía, así de memoria, que lo dice bien clarito:
a la mar fui por naranjas
y naranjas me dió el mar
quien en naranjas no crea
sin naranjas volverá
Así que a poner los zapatos bien limpios en la ventana, que me da a mi que lo que pasa en estos lares es que hay mucho republicano y mucho descreido y así no se puede :P
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De: Blanca |
Fecha: 2007-01-05 00:37 |
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Me tranquiliza saber que el protagonista ahora se rie de esta historia. :)
Y la verdad es que después de todo no voy a quedarme sin nada. Vale que lo que pido a Melchor y lo que pido a Gaspar son imposibles, pero me he asegurado de que Baltasar me traiga un regalo: un reloj de pulsera binario. Resulta que me hace ilusión y cabe en una cajita. ;)
Pondré los zapatos bien limpios en la ventana, que para esto creo en las naranjas.
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De: lynx |
Fecha: 2007-01-05 14:51 |
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Aspero cuento, sí; me recuerda a "Para Esmé, con amor y sordidez", de Salinger, pero en Galicia.
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