2007-12-07
El artista local
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El amigo al que espero tomando una caña viene del médico. Se sienta junto a mi en el bar atestado y mirando a la barra en busca de ayuda susurra enigmáticio: "Odio a Peteiro. Le odio como antes mi madre debió odiar a Antonio Heredero". La sentencia es enigmática como el caballo de Santiago, porque Peteiro y Heredero son lo que podríamos denominar artistas locales, es decir, en primera y frívola aproximación pintores de los que una retrospectiva exigiría ardua requisa de sus obras, una a una, por los despachos de la administración local, los salones del ensanche y, especialmente, las consultas de los médicos de la provincia. El artista local es la pedrea en la lotería del arte contemporáneo, pero su éxito no se explica únicamente por la promesa de revalorización o el estatus que invoca su presencia, sino también por el carácter universal de la belleza de su obra. Al menos a nivel local. Sus cuadros nos presentan paisajes que exigen poca interpretación, apenas el esfuerzo de reconocer las claves superficiales que permiten identificar las escenas y el estilo inconfundible de quien las transcribe. Pero en el contexto siempre confuso de la consulta del médico, o cuando la conversación familiar se pone tensa, los trabajos del artista local disfrutan de un privilegio añadido que no está al alcance de las obras maestras colgadas en las paredes del museo: es lo primero que encuentra el que, sintiéndose atrapado, buscar con la mirada algo que le permita salir corriendo de si mismo.
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posted by vendell 23:48
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Comentarios
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es fácil odiarlos a ambos, vaya cuadros |