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2003-07-02

Opio para todos
Saliendo de la librería con un nuevo ejemplar del último libro de Paul Auster (hay obras que parece que tuvieran alas) leo de refilón el título de una de esas revistas de cultura seria: La inquietante lucidez del pensamiento reaccionario. Será cierto que me inquieta y que es lúcido, pero algo me dice que la anuencia de las mayorías europeas con el programa reaccionario no se debe precisamente al poder de convicción de sus ideólogos, sino más bien a la firmeza con que sus hombres de acción aplican sus fundamentos, empeñados en hacer crecer entre nuestros pies una confusa jungla de promesas de riqueza para todos, defensa de los valores culturales eternos y miedo a lo desconocido. Por suerte, hay quienes practicando políticas de posibilismo práctico, conservadoras pero no necesariamente reaccionarias, han descubierto que bastan unas briznas de pánico e histeria para dar un poco de cohesión a la población, más proclive a disfrutar del circo televisivo (especialmente en la hora punta de las retransmisiones parlamentarias) que a salir a los supermercados para hacer acopio de víveres ante la inminente llegada del fin del mundo.

Ya saben, el fin del mundo, el día del juicio; ese constructo cultural cuya beneficiosa existencia debemos al pensamiento religioso, y que junto al pecado original o la blasfemia (comunes en tantos credos), el perdón de todos los pecados por instancias supraterrenales, la reencarnación en cualquiera de sus formas, la magia, el milagro y la esperanza sin fundamento configuran una poderosa herramienta para mantener flipadas a las masas.

Entonces, si la religión y la televisión son el opio del pueblo, ¿cuál es el opio de los poderosos?

posted by vendell 02:17

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Comentarios

1
De: Caboclo Fecha: 2003-07-02 02:51

Leo tu nota sobre los diferentes "opios" y no puedo negarte la razón, es más, fácilmente podría ampliarse con otros diferentes y no necesariamente fruto del poder conservador y/o reaccionario. Pero también me acuerdo de una novela de Unamuno, San Manuel Bueno, mártir, y de la defensa que en ella hace de la ignorancia y de los "opios" para poder vivir con una cierta felicidad, porque el conocimiento, el saber que consumimos "opio" a diario, es algo que puede condenar nuestra vida a una constante y cruel infelicidad. Unamuno lo escribe sobre el problema religioso y, de pasada, el político-social, pero pienso que puede ser válido para otros órdenes. En fin, se trata de una cruel broma: queremos liberarnos de nuestras adicciones, pero no es seguro que en un estado de serenidad seamos más felices.



2
De: Dragon Lady Fecha: 2003-07-02 03:41

El poder (y la gloria)



3
De: Anónimo Fecha: 2003-07-02 07:09

El poder, siempre el poder.

Empecé ese libro de Paul Auster hace unos meses y lo dejé en el capítulo tercero. Decidí que era demasiado bueno como para leerlo de un tirón.



4
De: Martin Pawley Fecha: 2003-07-02 07:10

El Anónimo era yo.



5
De: Vendell Fecha: 2003-07-02 09:12

Lo mejor de los opios es poder elegir el que más nos gusta. Con criterio. ¿O no?



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